El Rincón de Juan Carlos 2018, una experiencia para los sentidos.

Esta crítica procede de Locos por la Gastronomía, Mayo 2018

No puedo engañar a nadie de ustedes, que me leen y quizás conocen, cuando vaya a hablares de la familia Padrón, gente a la que me cuesta mucho valorar justamente en su punto gastronómico cuando siento por ellos a nivel personal una admiración que no se puede expresar con palabras. Por eso y sólo por eso, esta es una de esas críticas que me cuesta tanto escribir, ya que debo separar lo que es la cabeza del corazón y con ello, casi un mes después de haber cenado en este pequeño rincón en el sur de Tenerife, Los Gigantes, al que la merecida Estrella Michelin puso en el mapa gastronómico mundial, siento que ha llegado el momento de contarles lo que es el nuevo menú 2018 de El Rincón de Juan Carlos.

El prólogo ya tiene de por sí un nivel que otros restaurantes de Canarias consiguen con toda su carta, comenzando por ese Bocadillo de Rabo, en el que más de uno se ha inspirado en las islas para creaciones propias, su ya famoso Turrón de Morcilla Canaria con Praliné de Almendras, uno de los platos sensación en la pasada Gala Michelin 2017 celebrada en Tenerife y dos productos que brillaban con luz propia. Por un lado, una Lima con Caldo de Pollo irresistible en sabor y potencia donde una lima congelada sirve de recipiente a ese caldo, que como decimos en Canarias “levanta las madres”. Como final del prólogo vuelve a casa un plato que ya estuvo en la misma hace unos 8 años (recordado con certeza por Raquel ya que estaba embarazada de su pequeña cuando lo servían), Chocolate Blanco con Ajo. Sí amig@s, lo están leyendo bien, el dulce de Jonathan y lo salado de Juan Carlos, dándose la mano en el principio de una fiesta que se antoja antológica.

Con los “principales” comenzamos con la ya tradicional Ostra Gillardeau nº3 de la casa, a la que en esta ocasión una combinación de Coco y Jengibre le otorga un sabor muy especial. Viene la Empanadilla de lechuga de mar rellena de Gamba Roja que te sumerge en el fondo del océano, mientras te preparas para el salto a la montaña con una Colifror, que en diferentes texturas (helado incluido), supone una de las grandes sorpresas de la cena por como sacar todo el partido a una verdura tan menospreciada en la cocina por lo general, por ponerle algún pero al plato, venía con unas virutas de trufa que se perdían en el plato y que no aportaban nada al mismo.

El espectáculo sigue con una Anguila Ahumada con Espárragos navarros de temporada donde el juego mar/montaña cobra vida en el propio plato. El Tallarín de Raíz de apio, crema de queso comité de 33 meses, piñones y trufa siguen manteniendo el nivel de la cena en las estrellas del cielo chicharrero mientras que llega otro de esos platos que te comerías una yo otra vez sin parar, Alcachofa y Chipirón, así, sin más explicaciones para que lo descubran ustedes por sí mismos.

Nos acercamos ya al tramo final de los salados donde unos Raviolis de Queso Parmesano y Caldo de Lentejas vuelve a traernos la cocina de mamá Ina a la mesa gracias a la potencia de ese fondo y la explosión del ravioli en boca. El mar hace su despedida de la mesa con una Cigala a la Brasa, blanco de la propia cigala y sriracha en un ejercicio de potencia y fondo marino en aroma y boca. La despedida final la ofrece una Rable de Liebre a la Bordelesa que nos dejó con una sensación de felicidad plena difícil de describir y de encontrar en las Islas Canarias.

En este momento es cuando la cocina de Jonathan Padrón toma el mando de la sala para llevarte navegando en un océano de sabores dulces elaborados con ese toque mágico que pocas personas son capaces de mostrar. En primer lugar una Violeta con Plátano y Helado de Palo Cortado, del que me comería una tarrina de kilo sin respirar, continuamos con un Taco de Maiz, helado del mismo maíz y mantequilla negra, yogur y ajo negro. Si ya la presentación te seduce, comerte esa especie de “taco dulce”, te dejaba sin palabras.

Un irresistible Brioche al vapor de Naranja con Helado de Naranja y Vainilla con pipas de calabaza, mientras una interpretación de Café, Helado de Pera Asada y Parmesano te toca los sentidos y culminamos la cena con un Helado de Briche, Guayaba y Dulce de Leche, auténtico broche de oro a un menú impecable. Imposible terminar la crónica sin recordar el ya mítico Arbol Dulce que acompaña al café en esta casa, un Pettit Múltiple al que yo siempre digo que llamaría, Arbol de la Vida, en homenaje a la película El Rey León, que es lo que siento al ver el postre, estar en un mundo de fantasías y sueños, en este caso, gastronómicos.

Llevo desde el principio del artículo hablándoles de la cocina y los platos de los Hermanos Padrón, pero en El Rincón de Juan Carlos, la sala es tan importante como lo ya descrito y en la misma, Maria José Plasencia y Raquel Navarro consiguen con su trabajo y profesionalidad, a la vez que con ese toque que las hace únicas, conseguir que el comensal no sólo disfrute de esta alta cocina, sino que a la vez se sienta en casa. Te eligen los vinos que mejor maridan en cada plato (este es uno de los pocos sitios donde yo apuesto y me dejo guiar con un maridaje largo), te llevan de la mano por las mejores referencias canarias, nacionales y extranjeras a la vez que te marcan y explican los platos con esa perfección que únicamente con el conocimiento de las que conocen la interioridad e historia de cada plato y sí, me mojo con ellas porque considero que su trabajo consiguen que El Rincón de Juan Carlos sea para quien les escribe, la mejor sala de Canarias.

Poco más añadir que haya explicado con anterioridad, salvo la apreciación de que quizás nos encontramos con el restaurante más en forma que nunca, a pesar de los múltiples proyectos en los que están trabajando de manera simultánea, los Hermanos Padrón siguen encabezando su equipo de cocina cada noche en: El Rincón de Juan Carlos.