Este 2019 está siendo un año muy prolífico en cuanto a aperturas en la isla de Gran Canaria, concretamente su capital, Las Palmas de Gran Canaria ha acogido en menos de 3 meses, al menos 7 aperturas dignas de visitar. Algunas ya las he visitado, otras pendiente de hacerlo, toca el turno hoy de viajar a la cocina mexicana, en un entorno y propuesta completamente original, que nos trae el Restaurante Gallo Negro.
Ubicado en pleno corazón de Triana, entrar en el local, pequeño pero bien aprovechado, es respirar frescura y aires nuevos. Con una barra donde el mezcal y el tequila entran por los ojos, los cuadros con aires aztecas y un pequeño puesto de mercado, invitan a preparar los sentidos para ese viaje gastronómico. Comenzamos con unos Nachos con Guacamole, al que unos toques de granada lo hacen más refrescante, pero le falta un golpe de contraste que seduzca del todo. A continuación, unos Taquitos Culiacan, donde la tortilla crujiente llegaba a mesa con su lechuguita, salsa verde, crema y tacos de queso. Como ensalada, estaba bien, pero el queso no me aportó nada, muy plano.
El nivel empieza a subir con un plato de cuchara, la Sopa de Lima con pollo de Corral, procedente del Yucatán, los cítricos y la carne se funden en un solo cuerpo, aderezado por especies como es el orégano. Podría comerme el caldero entero sin respirar.
Sigue el nivel en lo alto con la secuencia de tacos, el Baja California con Langostino en Tempura y salsa mayo-chipote me resulta el más interesante por la elaboración del marisco y el contraste de sabores. Los de carne, gustándome bastante, necesitan un poco más de jugosidad en las mismas, sobre todo el de Cochinita Pibil, excesivamente seco. Pero sin duda, sumando toda la carta, nos encontramos con una oferta tremendamente interesante.
La Enchilada del Gallo de Mole, con el pollo desmenuzado y bañada en mole poblano con arroz, cebolla, crema, sésamo y queso, sabrosa pero quizás peca de un exceso en sus ingredientes. Como cierre, otro de esos platos que invitarían a volver al restaurante, que de esos hay varios. Langostinos a la Diabla, que como su nombre indica, vienen cargaditos de fuego, gracias al salteado de ajo y chile guajillo, bañados en salsa cremosa de chiles secos, acompañados de arroz y aguacate. Para comerlos, romper y mezclar los mismos, antes de introducirlos en unas excelentes tortillas de trigo y, usar las manos, como rezan los cánones.
La parte dulce, una Tarta de Queso, sabrosa y con una ejecución que resaltaba diversidad de matices y texturas. No he hablado de una de las grandes fortalezas del Gallo Negro y esa es la sala. Con un equipo muy joven y entregado a su labor de satisfacer los gustos del comensal, su maestría con los cocktails es digno de destacar. El Tequila como protagonista de varios de los momentos, en forma de Margarita de Limón, Tamarindo o Ibiscus, tuvo su momento culmen en el trago final, con ese 1800 Reposado, únicamente queda posar el vaso en la mesa y buscar el momento para volver. Porque sin duda, El Gallo Negro ha llegado a Gran Canaria con la idea de honrar la cocina mexicana, ellos ya tienen algún restaurante en Madrid y estoy seguro, que con tiempo por delante y empapándose un poco más del producto local, conseguirán el matrimonio perfecto, por lo pronto, levantemos los vasos y brindemos, porque aquí se grita, ¡Viva México, Cabrones!.
VALORACIÓN:
SALA: Cercana y eficiente BODEGA: Centrada en cocktails más que vinos PRODUCTO: Falta mayor incorporación de producto local COCINA: Divertida, con mucho sabor y mostrando nuevas maneras de disfrutar la cocina mexicana.
EXPERIENCIA:
Un sitio que ha abierto con ganas de sorprender al público local, con una apuesta por la cocina mexicana mucho más profunda y variada que la mayoría de los sitios que lo dan en la isla. Muy buena relación calidad/precio e ideada para compartir y disfrutar.
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