La Cocina es mucho más que ser estrellas del rock

Que la cocina ahora es una de las profesiones “de moda” para muchos jóvenes de nuestro país, es algo que no se le escapa a nadie. Yo recuerdo, que cuando era pequeño, si decías que no querías estudiar o, simplemente eras malo tanto en los mismos, como poco disciplinado en el cuartel, la frase siempre era la misma: “pues si no quieres hacer esto, a la cocina y así sabrás lo que es bueno”.

Seguro que esa frase tenía mucho de verdad, ya que en la cocina se aprende mucho. Sacrificio, esfuerzo, dedicación, profesionalidad, trabajo en equipo, generosidad y así, un interminable etcétera al que cada uno de ustedes súmele el adjetivo que desee. Pero, hoy que llevamos unas cuantas horas “escandalizados” por lo que un stagier ha dicho que vivió como experiencia en un conocido restaurante con 3*Michelin, se me apetece poner otro punto de vista adicional.

Que conste, y lo voy a decir bien alto y claro, que defiendo y me gusta muchísimo el concepto Masterchef como programa televisivo. Le veo infinitamente más cosas positivas que negativas al mismo, partiendo por popularizar la gastronomía, acercándola a personas que antes la veían únicamente como algo lejano y que no iba con ellos. Por otra parte, me gusta ver como hay personas que han logrado cumplir sus sueños partiendo de ese programa, como puede ser Carlos Maldonado. Y también me apasiona ver como niños de muy corta edad, ven el programa y te piden entrar en las cocinas, acompañarte al mercado y probar cosas que no creeríais, como diría la película Blade Runner. Que por el otro lado, los jóvenes de hoy se crean que ser cocinero es convertirte en un miembro del jurado de Masterchef, o salir en las portadas de las revistas, ni es culpa del programa, ni de los grandes cocineros ya consolidados que pueblan nuestro país, desde Galicia hasta las Islas Canarias.

Llevo dándole vueltas a este artículo varios meses, ya que por motivos de mi día a día profesional, vas conociendo las interioridades de las cocinas, las vidas de los chef y también, la actitud de jóvenes aprendices, que no son stagieres, sino ayudantes de cocina y en algunos casos, jefes de cocinas que no han necesitado invertir todo lo que tienen en levantar la misma. Y siento que hoy es el día adecuado para lanzar al aire esas sensaciones.

Puedo presumir de conocer a algunos de los cocineros con más reputación de las Islas Canarias, con todo tipo de reconocimientos nacionales, bien en forma de ‘estrellas’, ‘soles’ o cualquiera de los locales que aquí tanto renombre y cartel tienen. Pues no conozco a ninguno de ellos que sea un “viva la vida”. La gran mayoría pasan más horas de su día a día en la cocina que los estudiantes y jóvenes ayudantes que están a su lado, aprendiendo, formándose y sacando el trabajo adelante. Las nóminas en muchos de esos casos, el sostén del restaurante y la gestión del mismo, parte también de los propios cocineros, cosa que pocas veces se reconoce y agradece, porque parece que en nuestro país, ser empresario o emprendedor, sea un delito o pecado.

Eso sí, me sorprende y no me gusta en absoluto, ver como los jóvenes aprendices a día de hoy, me parece que tienen poca capacidad de esfuerzo y agradecimiento hacia sus maestros. Me he encontrado con jóvenes que dejan esas cocinas (cobrando su buen sueldo, ojo), porque en el de al lado me ofrecen 100€ más o 2horas de trabajo menos. En otras ocasiones, porque, dicen “estar cansados” con 28 años, porque se trabaja mucho. También están los que se dan cuenta que cocinar en un restaurante no es lo mismo que hacerlo en casa. Por no hablar de los que lo único que quieren hacer son esferificaciones, sin aprender antes a cocinar un potaje y, cuando se encuentran con la realidad, sus ínfulas de estrellitas no les permiten reconocer sus errores propios.

Desde aquí, no voy a dictar sentencias ni juicios de valor. Hoy mismo leí unas declaraciones al gran actor Antonio de la Torre, con motivo del estreno de la película, El Reino, en el Festival de Cine de San Sebastián, que trata sobre la corrupción política: “Me reuní con políticos en activo y otros no, algunos incluso en procesos judiciales, y agradezco que nos arrojaran luz. La labor del actor es entender, no juzgar. Es una de las razones por las que me gusta mi oficio”. Aplicándola a mi trabajo diario, podría ser algo tal que así;  “me reúno con cocineros en activo y con otros que no, algunos incluso son empresarios de sus propias casas, otros aprendices y, aquí en Canarias, muy pocos stagiers. Mi labor debe ser intentar entender y conocer sus cocinas y propuestas, pero también a las personas, porque todo junto es lo que podrá dotarme de argumentos para tener una opinión global más completa y así, poder trasladárselas a ustedes.”

A día de hoy, lo que sí tengo claro, es que los cocineros titulares en las diversas salas de las Islas Canarias merecen todo mi respeto. A los que aparte de ser cocineros, son empresarios emprendedores, el respeto se traspasa a admiración y reconocimiento. Por otra parte a los jóvenes les pido que sean más humildes, menos egoístas y que piensen en la gran oportunidad que se les ofrece, trabajando en lo que han elegido, sin necesidad de jugarse su dinero ni su capital. Únicamente por ello, piensen antes de dar el sí a una cocina, si tienen las ganas, motivación y capacidad de sacrificio necesaria para poder ejercer uno de los oficios más importantes y bonitos del mundo, “dar de comer y crear felicidad a quien se pone en sus manos”.

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