6 horas en la mesa de los Roca

Este es el sexto episodio de la experiencia que viví durante 48horas en el corazón del Celler de Can Roca. Si empiezan por aquí, posiblemente no entiendan mucho el sentido y la línea del mismo, ya que antes hay un recorrido por todo lo que es Can Roca. La Masía, el Reciclaje, el Mañana a través de las generaciones venideras, la Formación, la Gastronomía Líquida, y por último, el deleite en la mesa, que es de lo que trata éste último.

Es muy complicado hablar de la experiencia gastronómica que significa ponerse en las manos de la Familia Roca a la hora de saborear las creaciones que salen de esas cabezas. En este post, intentaré ser lo más conciso y escueto posible, destacando únicamente algunos de los platos que pude degustar, tras pasar unas 6 horas sentado en la mesa comiendo. Sin duda, de las jornadas más apasionantes que he vivido nunca.

Para comenzar, una ensaladita aliñada, con una sopa fría de melón, que para eso estamos en verano.

Continuamos con un carpaccio de manitas de jabalí al estilo catalán, delicioso.

Calamares a la Romana, menos es más, con la receta secreta de Doña Montse, madre de los Hermanos Roca. Para comerse un saco entero.

Lentejas, que las comes o las dejas, y en ese plato no quedó ni una.

Crema Catalana, de las de verdad y punto.

Este es el momento donde lo imagino a usted, querido lect@r, mirando el titular del artículo y pensando si yo me habría equivocado, que esto no es la cocina del Celler de Can Roca. Pues siento decirle que no puede estar usted más equivocado, porque ESTO ES LA COCINA ROCA, así, en mayúsculas. Raíces y producto de la zona, todo ello tratado con el máximo respeto para el comensal. Es cierto que estos platos no provienen del Celler actual, sino de Can Roca, donde diariamente cocinan para unos 300 comensales a 12€ por cabeza, y no tengo vergüenza en reconocerlo, envidio a la gente de Girona, porque si yo viviera allí, a lo mejor iba todos los días a comer.

Pero si usted estaba esperando leer o ver algunos de los platos que en este 2019 se sirven en el Celler de Can Roca, aquí van los mismos. Lo que sí les digo es que no me veo capaz, ni con ganas, de ponerme a diseccionar cada uno de ellos, porque de los mismos está todo dicho. Esta casa tiene lista de espera de un año, reconocida por muchos como el perenne Mejor Restaurante del Mundo, no seré yo quien cometa la osadía de intentar aportar nada nuevo a lo que la crítica especializada, chefs y comensales  de todo el mundo han dicho sobre su cocina. Me limitaré a mostrarles fotos de algunas elaboraciones que por cualquier motivo, se me han quedado grabada en la memoria, pero también les digo algo, si no han ido, casi les recomiendo no seguir leyendo, porque ir al Celler debería ser como ir al Cine o Teatro, mientras menos se sepa, mejor. La bienvenida y la despedida de esta casa, a la altura del resto, y eso pocas veces se destaca.

De viaje por el Mundo, donde varios snacks te llevan de la mano por bocados a través de países que han marcado las cocinas de estos tres hermanos.

Memoria de un Bar en las afueras de Girona, aquí les remito a lo que escribí antes sobre Can Roca. Si yo pudiera, me pasaría una semana entera en esta ciudad, iría todos los días a comer a esa casa, y el sábado, me anclaría en el Celler hasta el último de mis alientos. Ahora en serio, probando estos bocados, uno siente la cocina de casa, de nuestras madres y abuelas.

Polen de Pino, con piñones, aguacate, espárrago verde y vinagreta de piña.

Parpatana de Atún con Jengibre.

Mar y Montaña Vegetal a base de Algas, Hierbas y Flores.

La Hoja de Higuera, elaborando una horchata a partir de la propia hoja, con ravioli de calabacín, pistachos y aceite.

Gamba, marinada en vinagre de arroz con jugo de la cabeza, patas crujientes y velouté de algas

Cigala mar y montaña, con una salsa de sobrasada, velouté de la propia cigala y gelée de perejil.

Pescado de Mecado al vapor, 100 grados de cocción que  viene relleno de algas y anémonas.

Pollo de pagés rustido con cresta, quizás el pollo más sabroso y diferente que he degustado nunca.

Tatín de cochinillo ibérico, la imagen habla por sí misma.

Y aquí llega Jordi en acción con su Petricor; destilado de tierra, helado de sirope de pino, galleta, polvo de abeto y teja de cacao. Como si te comieras un pedacito de bosque en pleno restaurante, impresionante.

La secuencia dulce de esta casa hace enrojecer a cualquier restaurante del mundo, es tal la cantidad de sensaciones que vienen llegando a la mesa, que es imposible quedarse con una. Sin duda, ese carro es el sueño de cualquier adulto con alma de niño. Por no hablar de los chocolates, otra exhibición con el cacao, producto que ahora centra la atención de este chef.

Dos genios en casa, otro de los secretos del Celler, siempre que cruces sus puertas, al menos dos de los hermanos están dentro de todo el engranaje, sin ellos, la orquesta no sonaría igual por bien entrenada que estuviera.

Y si tras este festín, aún tienen ganas de más, o mientras aprovechan los días en Girona quieren refrescarse un poquito en forma de helados, no olviden visitar Rocambolesc, la heladería de Jordi Roca. Ahí, el “menú degustación” se lo hace cada uno a su medida, éste fue el mío, ahora te toca a ti hacerte el tuyo propio.

Con esto terminan la serie de reportajes dedicados al Celler de Can Roca, un lugar único en el mundo y no es únicamente por la cocina que salga de sus fogones, va mucho más allá de eso. Se trata de verdad, de raíces, de historia, de tradición, pero también de futuro, de preocupación, de crecimiento, de formación. En definitiva, se trata de la vida y aquí hay un universo propio que constituye algo mágico, a la vez que único; la constelación de la Familia Roca, patrimonio de la gastronomía mundial.

PRECIO MENÚ DEGUSTACIÓN:

180€ y 215€ bebidas aparte/ 12€ en Can Roca

VALORACIÓN:

SALA, BODEGA, PRODUCTO y COCINA suman la PERFECCIÓN ABSOLUTA

                  EXPERIENCIA:

El Celler de Can Roca no necesita de puntuaciones por parte de nadie, su lista de espera de un año habla por sí misma. Pero sí les digo algo, visitar el Celler de Can Roca, sin antes ir a la «casa madre», Can Roca, debería estar prohibido.

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